La Puya de José Ferney Paz

El dudoso prestigio de nuestra constitución política puede ser atribuido en parte, a su apariencia de colcha de retazos, por el reiterado reformismo por parte de cada gobierno, como de bancadas parlamentarias, con un propósito más de figuración que de mejorar la estructura institucional del país, a diferencia de lo que sucede con la constitución estadounidense como una de las más antiguas y duraderas de los códigos políticos existentes, con un texto intacto e intocable.

Pareciera ser que se ha convertido en una costumbre normativa modificar la carta política, como la que se ventila referente a la supuesta democracia interna de los partidos para la elección de sus candidatos, como las listas cerradas.

En los sistemas electorales de las diferentes naciones, las candidaturas pueden ser presentadas ante la opinión bien individualmente o a través de listas que pueden revestir las siguientes características, cerradas y bloqueadas, cerradas y no bloqueadas o abiertas.

En las cerradas se vota en bloque, el elector manifiesta su preferencia por la lista, no por el candidato individual, evitándose la personalización del voto, privilegiando el voto partidista, se impone la disciplina de partido, se da una simplificación en el proceso de votación y de los escrutinios, generando una atracción por parte del votante en términos de género, representación política, cívica o de género.

Como factores en contra no le permite al eventual sufragante un buen margen de elección, en donde no se compromete la responsabilidad del elegido, por cuanto la rendición de cuentas frente a la sociedad o la militancia la debe hacer el partido, corriéndose el riesgo de favorecer a personajes desconocidos en la actividad política, inexpertas de la realidad social, o lo más grave incluyendo aspirantes de dudosa reputación que desean actuar en cuerpo ajeno, por la voluntad del cacique o del mandamás de turno.

Si no se ejerce con altura y responsabilidad la confección de las listas cerradas por parte de los partidos políticos, estaremos frente a un sistema injusto y desequilibrado, que permite que sean elegidas personas sin altura política, carentes de ética política, generando un grave daño a lo que se conoce como democracia participativa.

Copio la frase del expresidente López Michelsen, cuando asimilaba esta clase de listas a un LP o disco de larga duración, “que para escuchar una buena canción era necesario comprar el acetato”.

ADENDA. Ante la arremetida oficial de presentar reformas prevalidos del apoyo en las cámaras por las coaliciones sustentadas en cuotas burocráticas, sin el debate amplio, sereno, con la altura que merecen los cambios institucionales, le corresponderá a la otra rama del poder público, la judicial, en cabeza de la Corte Constitucional como encargada de cuidar que se respete el marco constitucional vigente, estudiar en su momento las leyes que se expidan contrariando los mandatos superiores, ordenando el restablecimiento del orden jurídico transgredido.

Oportunidad judicial para recordarle al nuevo gobierno, en especial al ministro profesor de varias Universidades americanas quien funge como titular de la hacienda pública, como a los responsables de hacer las leyes, que estamos en un estado cuyo poder y cuya actividad están regulados y garantizados por la ley, por lo tanto sometidos al cumplimiento de las normas jurídicas vigentes, característica esta que nos diferencia de los estados absolutistas o totalitarios.

*Ex magistrado

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