Por: César Augusto López Durango

Se cuenta en la Escritura que Esaú volvió muerto de hambre y le dijo a su hermano:” Dame un poco de esas lentejas”. Jacob le contestó: “puedes comer un poco de mi plato si me dejas que yo sea el primogénito en tu lugar”. Esaú aceptó y vendió su progenitura a su hermano por un plato de lentejas”.

Hago la anterior cita bíblica porque es la escena que más se me asemeja a lo que está pasando con los partidos políticos tradicionales y algunos movimiento de esa naturaleza que muertos de hambre de poder y ansiosos de participar en la torta burocrática del gobierno nacional no han dudado en hacer de lado los principios tutelares de sus colectividades para proclamarse partidos y movimiento de gobierno.

Objetivamente no puede existir afinidad o cercanía ideológica o programática entre partidos tradicionales como el Partido Liberal o el Partido Conservador o el Partido de la U con un gobierno de izquierda como el de Gustavo Petro. Por la voracidad de la burocracia hicieron mutis por los fundamentos, sus cabezas visibles prefirieron el plato de lentejas que les brinda el gobierno en lugar  de enarbolar y defender los principios y las bases populares. Vergonzosa decisión que sin discusión alguna mancha la larga historia de los dos partidos tradicionales. Pero no son únicamente los partidos tradicionales que claudicaron ante las viandas ofrecidas por el gobierno, igual sucede con Cambio Radical y otros movimientos que decidieron declarar una endeble independencia que más parece un niño velando a ver que le toca del pastel.

Lo digno, sin dubitación alguna, era declararse en partidos y movimientos de OPOSICIÓN al gobierno porque la brecha ideológica que los separa es abismal. El único repugnante puente que los une es extendido por la insaciable burocracia. Con la decisión de hacer parte del gobierno o asumir una indescifrable independencia lo que se hace en realidad es un cambalache nauseabundo donde se intercambian principios por cargos y empleos en la administración pública.  Y como se dice en el tango del mismo nombre da lo mismo ser derecho que traidor… y traidores a los principios y su tradición son quienes, derrotados en las urnas, se declaran parte del gobierno a cambio no precisamente de un plato de lentejas sino de una participación que les permita seguir mangoneando el erario y apropiarse ilícitamente de los recursos del Estado, como lo han hecho hasta ahora. Cabalgan al lomo de la impunidad.

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