Bien es conocido el refrán popular en Colombia “la justicia es para los de ruana”. La parodia de los ruanetas son regularmente gentes de estrato bajo, calanchines, malandros, delincuentes de baja estofa, y toda clase de contravinientes de la ley, que no tienen la capacidad de acudir a defensores de confianza, para lo cual el estado debe suplir esas garantías procesales a través de la defensoria publica de la defensoria del pueblo.

Hay que admitirlo, que de a poco la justicia está abarcando procesalmente a personajes encumbrados y sus condenas ejemplares se han visto. El problema no es la justicia en si misma, sino, como y a quien se le aplica, entonces hablamos de justicia selectiva y para eso nuestro débil sistema procesal penal, que si bien cuenta con todas las herramientas jurídico procesales, también con las dilatorias, para que las estrategias defensoriales de los abogados, -algunos mañosamente- extienden tanto la red, que pezcan artilugios jurídicos, para hacer la faena fecunda en favor de sus prohijados. Por supuesto que la tarea de los defensores es hacer de sus clientes los triunfadores del conflicto. Esa es su misión, pero la lealtad procesal compromete la ética del defensor, cuando este toca las trompetas de la deshonestidad, entonando el himno desbocado “campanas del éxito manchado” para entorpecer la función pura de la justicia, que es aplicarla con “su deber ser”. Por fortuna son pocos en un universo prolijo como el estado Colombiano. Este fenómeno procesal, nos conduce irremediablemente a la “justicia circense, que a la vez nos lleva a la justicia show de un mediatismo sin limites, que afecta la imagen de todos los estamentos comprometidos en el manejo criminal de los autores del delito; operadores, ejecutores y custodiadores de la ley penal, de principio, ajustados al derecho, a las penas y a su cumplimiento. Cuando los procesos se trasladan a los medios masivos, y estos se transforman en espectáculos, donde se pierde todo el esfuerzo de los jueces, fiscales, tribunales, y demás operadores, convirtiendo la justicia en una caradura frente a la opinión pública. Quienes conocen la justicia por dentro, saben del daño que les provoca. Es verdad que el sistema procesal penal adolece de debilidades financieras, humanas, administrativas, logísticas etc, pero en esencia hay un gran esfuerzo de sus responsables por sacarla adelante, el fin último de la justicia es la aplicación misma de la justicia para los autores y sus víctimas. La justicia puesta en manos de la opinión es la peor injusticia, es abominable. Poner a la gente a juzgar decisiones contra los juzgadores, es colocarla en el cadalzo. Es recobrar épocas aciagas en las que enfrentarlas a la plebe, conducía a guerras, conflictos civiles y desmoronamiento de una de los pilares de la democracia liberal, la civilidad y la concordia. Es necesario que el dr Álvaro Uribe recurra a todos los instrumentos legales que el sistema le garantiza, como hasta ahora ha pasado, para lograr la prosperidad de su defensa, pero al mismo tiempo, siendo un abanderado expresidente, líder irrebatible y portaestandarte del estado que lo exaltó dos veces, continua con la irresponsabilidad que creó en los periodos que presidió a Colombia, constituir un estado de opinión para enfrentarse a la justicia políticamente. Los líderes de opinión crean una imagen tan poderosa entre sus seguidores, que le idolatran hasta sus males, e imperfecciones, verdades y mentiras, cualidades y defectos, pensamientos, críticas, insultos y hasta sus peores acciones y no solo pasa con quién es el orientador de un gran sector de la política nacional, puede ocurrir igualmente con el presidente Petro que se erige como el más grande lider de la izquierda Colombiana. El peor de los caminos que dirija un líder de opinion, es poner al pueblo en contra de la justicia, justificando sus acciones proclives, contra quienes son sus legítimos jueces. El peligro se cierne es con la reacción de este pais que considera que su mesías está ap portas de una condena judicial. El expresidente Uribe utiliza todas las puertas abiertas a su servicio, desde las Universidades privadas, hasta grandes medios de información, redes sociales, teatros, plaza publica, en procura de acudir ante sus seguidores, como si fueran los jurados de conciencia como instrumento absolutorio de sus presuntos delitos. NOTA FINAL. La manipulación política de la justicia, es tan aciaga, que puede en medio de la polarización, poner en peligro hasta la integridad física de jueces y fiscales de quien, de acuerdo a sus intereses, desboca toda su lanzadera de críticas y conveniencias a su favor. Sucedió en la presidencia del dr Álvaro Uribe, en la persecución judicial de la parapolítica. Y ahora como paradoja todo lo contrario. Un grupo de sus copartidarios “defendiendo los tribunales” ante la OEA, y la comisión interamericana de DD.HH, de un presunto ataque del Presidente Petro, en los días de la elección de la fiscal general de la nación. Ahora retomarán la posición inicial del expresidente en los que la CSJ lo juzgará?

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