Produce desazón, pesadumbre, inquietud, la indiferencia ciudadana, la apatía total de un alto porcentaje de la sociedad que parece se ha acostumbrado a convivir dentro del escándalo y la corrupción, una indiferencia frente a los acontecimientos de las últimas semanas, donde las noticias se reciben como normales, dependiendo sus actores, si el hecho afecta a un contrincante, se le dará el máximo despliegue, si lo hace alguien vinculado a una organización o causa amiga, se considera como normal su actuación, un malentendido, o de pronto una persecución política por parte de sus detractores.

Pareciera que estamos ante una sociedad que no se conmueve ante nada, en términos sencillos, el problema radica que las expresiones de indignación, de rabia, que les genera cada acto inmoral, no logran cruzar el campo de las preocupaciones públicas.

Los asesinatos aleves de la guerrilla, o de los paramilitares, las desviaciones de las fuerzas del orden, algunos actos de gobierno contrarios al marco legal, los actos de corrupción que implican no solo un desprecio por los derechos de la población civil, no son asimilados por una sociedad que no se siente comprometida con las normas superiores o con las instituciones.

Es el mundo particular, donde la solidaridad, la moral, la ética, son desplazados por la política de los favores, donde el gobernante solo busca el beneficio de su grupo, no importa que digan las normas, aunque se violen principios rectores.

Llama la atención la indolencia frente a la descarada corrupción estatal, que al principio origina titulares de prensa y medios de TV, pero con el transcurso del tiempo, las argucias jurídicas e irrespetuoso tráfico de influencias, terminan los procesos con las figuras jurídicas de la prescripción y preclusión, ante la falta de una mayor rigurosidad y de carácter de algunos jueces que permiten el manoseo jurídico en esos procesos de tanta connotación nacional.

Si la sociedad se calla, si se esconde, si mira hacia otro lado, si no exigen la unión de sus dirigentes, si no se protesta por las actuaciones indelicadas de sus voceros, no se sorprendan que los sustituyan las manifestaciones de los oportunistas, sin olvidar que una minoría audaz puede y ha logrado muchas veces cambiar el rumbo de la historia por la indiferencia de la sociedad y de sus diferentes estamentos.

Adenda: Queremos ser optimistas, pero existe un ambiente enrarecido, que nos indica que nuestra débil democracia no saldrá fortalecida, pisoteada por presiones indebidas, el dinero sucio, la compra de conciencias, el vil aprovechamiento de la miseria de muchos, el manejo tras bambalinas de personajes de dudoso cuño en las mal llamadas alianzas políticas que querrán imponer sus feudos electorales, la injerencia del alto gobierno para favorecer a candidatos de su predilección, nos hace pensar que la suerte futura de los entes territoriales está en juego, de allí el pedido al elector votar a conciencia, libre de presiones, por cuanto esa jornada electoral del mes de octubre, diseñará el futuro político, económico y social de esas regiones.

Adenda: Se pregunta ¿Qué atractivo especial tendrá la alcaldía de la señorial Manizales con la aspiración a ese ente territorial de más de 14 candidatos? Los excesos de la democracia participativa. ¿O será que se piensa, que si fue alcalde el actual, podrá aspirar a cuanto se le antoje a ocupar tan digna posición política administrativa?

*Ex magistrado

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