Por Gonzalo Quiñonez V.

Conocido el aforo definitivo del presupuesto con el que trabajará el “nuevo” gobernador de Caldas, Julián Gutiérrez Botero, como consecuencia de la obsecuente laboriosidad de la Asamblea departamental, si bien la cantidad de millones es representativa para algunas cosas, causa de entrada enorme preocupación el hecho anunciado con bombos y platillos por los honorables diputados que le¡recortaron! facultades y decisiones financieras al burgomaestre por aquello del control político, léase celos partidistas y prevenciones inútiles,  dizque para demostrarle que tienen autoridad y sentimientos indeclinables de luchar por esta breña colombiana.

Lo que no pensaron los señores de esa Corporación político-administrativa fue en el impacto negativo que le imprimieron a varias SECRETARÍAS del gabinete actual y al propio mandatario, en materias tan relevantes y delicadas para un departamento mediano como el nuestro, como las que tienen que ver con lo estrictamente social, educativo y deportivo y agrario que son las fuentes naturales que posibilitan mejorar los estándares de una mejor calidad de vida, en una escala comunitaria, o sea, colectiva de las distintas zonas en que nos hayamos distribuidos- otros aceptan excluidos- los caldenses, o sea el Norte, el Occidente, el Centro, el Oriente y el Sur de esta geografía, o madre tierra donde vivimos hoy.

Un gobernante sin recursos en lo que tiene que ver con la gente, es como un Estado sin normas y leyes donde cada uno hace lo que le venga en gana. Y surge una inquietud ciudadana: ¿por qué los Diputados, los Concejales, los mal llamados dirigentes políticos, los Senadores y Representantes y aún los integrantes del sector empresarial, son tan avaros para invertir en lo social? Por qué la educación, el deporte, la cultura y el campo son las cenicientas de las administraciones regionales.

Por qué Juan Pueblo, ese personaje desconocido que deambula por la calles y caminos  de Caldas, que es además amable y muchas veces resignado por estar castigado a su suerte, con voz tímida señala  a los dirigentes de ayer y de hoy, con pocas excepciones, como íconos de la explotación ciudadana sobre todo en época pre-electoral y durante las campañas políticas propiamente dichas y acota complementariamente que esos susodichos hombres y mujeres solo se acuerdan de él para que vote el día de las elecciones. Y que ahora están de moda los politiqueros de turno procedentes de otras ciudades especialmente de Bogotá, Medellín, Pereira, Cali y Armenia vociferando que AMAN PROFUNDAMENTE A CALDAS y que Manizales es la cuna de la cultura y que merece un mejor destino y que ellos están comprometidos con las causas nobles de cada persona y de cada municipio. Y juan Pueblo les dice con franqueza que esas son promesas demagógicas y oportunistas.

En el fondo, fondo de la situación las comunidades, que somos nosotros mismos volvemos a recordar que nos sentimos abandonados. Que está latente la impresión que todo pasado fue mejor porque contábamos con dirigentes comprometidos de pies a cabeza con la región. Con una recia formación moral y profesional, que se preparaban para servir, y estaban acompañados por la cultura de creatividad. Rompían paradigmas viciosos. Respetaban solemnemente lo público y se hacían merecedores de la confianza del pueblo. Hoy todo cuán distinto. Hoy estamos regidos por la improvisación, por el abuso, la explotación y la corrupción rampante en todos los niveles, incluida la justicia, la salud y el manejo de los impuestos que pagamos, mientras las regalías y los bancos siguen jugando con los intereses de cada colombiano y los señores legisladores se burlan de los millones de pensionados. Qué viva Caldas y Colombia.

 

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