Por: Gerardo Quintero

Tomado del diario El País

Si traicionar es buscar una salida negociada a un conflicto que lleva más de 60 años desangrando a este país y que permitirá reincorporar a la vida civil a unos campesinos extraviados en la violencia fraticida, prefiero al traidor.

Si traicionar es reconocer que en este país hay un conflicto, que tiene miles de víctimas y que ellas puedan ser reconocidas a través de una ley que permitirá devolverles sus tierras perdidas a manos de los violentos de cualquier calaña, y entregarles una pequeña indemnización por el dolor sufrido en estos años de guerra, me quedo con ese traidor.

Si traicionar es desmarcarse de los odios heredados, de intentar construir un país diferente, con una oposición vigorosa, respetuosa y sin temor de expresarse, me quedo con ese traidor.

Si traicionar es recomponer unas relaciones deterioradas con los vecinos, al punto de estar cerca de ir a una guerra, reacomodar las cartas en el concierto internacional, que nos reconozcan como una nación respetuosa del estado de derecho y de los acuerdos internacionales, me quedo con ese traidor.

Si traicionar es respetar los poderes públicos, no insultar a los magistrados, no considerar enemigos a los opositores, no ‘chuzar’ sus conversaciones y acatar los fallos de la justicia, me quedo con el traidor.

Si traicionar es plantear que una vez conseguido un acuerdo de paz con las guerrillas, los recursos que se destinan a la guerra puedan entregarse a mejorar la educación en Colombia y el equipamiento hospitalario de este país, pues prefiero al traidor.

Si traicionar es permitirles a miles de colombianos en la miseria que puedan contar con un techo, sin que tengan que ahorcarse con una cuota impagable, me quedo con el traidor.

Lo que está en juego el próximo 15 de junio es la posibilidad de comenzar a construir un nuevo país, dejar atrás tantos odios, por lo menos intentar sembrar una semilla de reconciliación.

Colombia merece un mejor destino, nuestros hijos y nietos lo reclaman, hay una llama encendida. Por eso, a los destacados indicadores económicos hay que sumarle la lucha por superar la desigualdad y la pobreza, construir más universidades e institutos tecnológicos, mejorar la calidad de los maestros, aumentar la cantidad y la calidad del empleo, de eso no puede haber duda.

Hay un camino trazado, pero una vez concluyan las elecciones lo mejor sería comenzar de cero, hacer las paces en un país polarizado y trabajar unidos en beneficio de un mejor país. Sí, suena como una quimera, pero de eso está hecha la vida, de sueños.

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