manuelgomezPor: Manuel Gómez Sabogal

Como para no creer. Es fenomenal que nuestro país sea el más feliz del mundo, después de Nicaragua. Eso nos hace grandes ante todos los demás.

Lo bueno es que somos tan felices porque no hay corrupción, ni malos manejos, nuestros políticos son los más decentes del mundo, la guerrilla se acabó, no hay maltrato a las mujeres ni a los niños.

No hay violaciones, ni balas perdidas. Un país donde impera la seguridad, la tranquilidad, el descanso y donde todos vivimos sin preocupaciones ¡Qué bonito!

Vivimos en un país maravilloso, rodeados de grandes bosques, selva, aves de diferentes colores, ríos, quebradas limpias, campesinos alegres.

Sin embargo, considero que las famosas encuestas sobre felicidad las hicieron a los Santodomingo, Char, López, Ardila  Lule, Sarmiento Angulo, Nule o en otro país. Lo cierto es que no entiendo de dónde salieron con ese cuento de “el país más feliz del mundo”.

Es cierto que los colombianos nos alegramos con todo y cuando algo grave sucede, “eso tenía que pasar” o “ya estamos acostumbrados”. Entonces, importa únicamente la felicidad, la alegría, la algarabía.

Estoy seguro que no tuvieron en cuenta a los desplazados, los sin tierra, los vendedores informales, los empleados con un salario ínfimo, porque ni el mínimo les pagan. Tampoco contaron con los miles de egresados sin empleo, o los millones de desempleados. A ellos no les preguntaron si vivían en el “país más feliz del mundo”.

¿Hablarían con las madres cabeza de hogar, las viudas, las que quedaron con tres, cuatro o más hijos muertos por causa de la violencia? ¿Y las madres de los secuestrados?

Imperan el odio, la intolerancia. Porque aquí es más fácil matar que amar. Porque, a pesar de tantas iglesias, sinagogas, cultos, la gente se quiere mucho el día de Navidad, pero de ahí en adelante, nada diferente ocurre.

“El país más feliz del mundo” nos lo podemos imaginar, lo soñamos y lo podríamos vivir, si cambiásemos, si pensáramos diferente. Si dejáramos el odio, el falso orgullo y aprendiésemos a amar.

“El país más feliz del mundo” y todos pidiendo pasaporte para emigrar. Si este es el país más feliz del mundo, ¿por qué se quieren ir?

Pintemos caritas felices para olvidarnos de lo que ocurre y creamos que nada podemos hacer para cambiar este país. Cambiamos de año, pero no de actitud. Así de sencillo.

En “el país más feliz del mundo” hay violencia cuando gana la selección. Los bárbaros salen con todo a acabar con la alegría sana de otras personas que se sienten ganadoras, porque la selección obtuvo otro triunfo. Sin embargo, a veces, esos triunfos, esas alegrías se convierten en tristezas irreparables.

No hay control alguno en “el país más feliz del mundo”. El licor acaba con alegrías de verdad y llena de sufrimiento a muchas familias. A los demás, ¿qué les importa?

Por eso, si no hay respeto, si no hay buen comportamiento, que no gane la selección. O será que si pierde, ¿también habrá desmanes?

Colombia ha jugado, hasta el momento, tres partidos. Los ha ganado, pero hemos perdido. Ha habido muertos y heridos porque sí. Las celebraciones han dado para todo.

Armenia no se queda atrás y los desmanes han sido la noticia en este aspecto. Ya hubo muertos y heridos.

¿Qué vamos a hacer? ¿A quién se debe acudir? No hemos aprendido a celebrar y por eso, cada vez, encontramos manifestaciones de cavernícolas alrededor de celebraciones que se vuelven estúpidas.

Motociclistas desaforados, borrachos eufóricos y peleas entre “barras” de distintos equipos porque les dio la gana.

Cuándo aprenderemos a disfrutar, celebrar, sentir que la vida es bella.

 

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