Por: Manuel Gómez Sabogal

El sábado fue especial. Primero, en la mañana una gran charla con Alberto Martínez, el famoso trompetista que llegó al Encuentro Nacional de Escritores “Luis Vidales” en Calarcá. ¡Qué personaje! Le aprendí demasiado en el poco tiempo que tuvimos de conversación, pues el viernes grabamos “Al calor de un café” y  recorrimos salsa, boleros y grandes compositores. Nos tomamos un buen café y las “fans” se acercaron a tomarse unas cuantas fotos a su lado.

En la noche, el cierre del Encuentro Nacional de Escritores “Luis Vidales”. Llegué temprano  a la Casa de la Cultura y alcance el recital con Uriel Giraldo, Gabriel Castro, Fernando Linero y Umberto Senegal.

Pero el plato fuerte vendría para el cierre del evento, para mí, el mejor de los siete. Sandro Romero Rey, una biblia del rock, y Mario Jursich, su compañero, como si fuese el querido Watson, empezaron una amena charla sobre el rock, sus estrellas en Colombia, el mundo del rock, las leyendas, los prehistóricos. Romero y Jursich nos hicieron disfrutar con ese recorrido por nombres, grupos, genios del rock. Fue una hora llena de armonía y una charla que agradó a jóvenes y mayores.

Cuando culminaron, Romero introdujo lo que sería el culmen de este magnífico evento anual. La música. El rock, el concierto sinfónico con el grupo del Instituto de Bellas Artes.

Sonó Carmina Burana y los aplausos no se hicieron esperar. El humo, las luces empezaron a jugar por todo el teatro. Abrieron las cortinas y arrancó un gran concierto. El cierre del certamen no podría ser mejor. Solistas en la guitarra, la batería y las canciones.

Un  baterista espectacular que recorrió todo el escenario con un movimiento impresionante de sus baquetas.

Unos guitarristas con la maestría de los grandes. Los violinistas, todos, hechos un grupo grande, una orquesta que nada le envidia a las mejores de este país. Unos cantantes con un excelente inglés. Un director de orquesta con una locura maravillosa y que llena el escenario de energía.

Una vivencia especial, gracias a dos horas de música en un concierto sinfónico que cerró el Encuentro Nacional de Escritores y que mostró que el rock no es maldito, que los jóvenes no son salvajes, que los amantes del rock son seres humanos que gustan de una música.

Gracias a todos los organizadores de este Encuentro Nacional de Escritores “Luis Vidales” por su trabajo. Sé que fue una labor maravillosa desde comienzos de año y hasta el cierre del certamen literario. Se disfrutó al máximo de charlas, conversatorios, música y fiesta.

Ojalá para el año 2015, el evento adquiera todo eso que debe tener un certamen: reconocimiento nacional. Que prensa, radio y televisión reconozcan el esfuerzo de ese gran equipo que lucha y goza preparando, organizando, pensando en tema, escritores, programación, horarios, éxito. No es fácil, pero lo lograron, y más con esa espectacular noche de sábado con un paseo por el rock.

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