expendedoresUna sociedad que sangra y pide auxilio

Por: Andrés F. Zapata

El nefasto e inquietante tema del microtráfico en el Quindío es un problema de nunca acabar. Nuestra sociedad necesita con urgencia la descomposición de las bandas criminales encargadas de este mal que está consumiendo nuestros mejores valores.

Hay que ser realistas y comprender la magnitud del asunto, el problema del microtráfico no va únicamente con el tema de si una droga es más nociva  o contiene mayor cantidad de químicos que la otra, no, el tema del microtráfico va más con el hecho de saber que este tema nos está desangrando como sociedad, que está destruyendo los sueños e ilusiones de los niños y jóvenes, que se ven atrapados en este mundo por delincuentes que los moldean para convertirlos en sangrientos mercenarios, o por la violencia que se vive entre bandas pertenecientes a distintos barrios, en donde casi que a diario y por venganzas, retaliaciones o simplemente por obtener mayor control del negocio se están asesinando a decenas de personas anualmente tan solo en nuestro departamento.

El tema del microtráfico tiene inmensas derivaciones y trascendencias, así como implicados y colaboradores, quienes día a día se suman para engrosar estas deshonrosas listas en donde tal vez obtengan dinero de manera fácil, pero donde tarde que temprano terminan abatidos por sus mismos compañeros o rivales, o con sus familiares muertos, o sencillamente en una prisión, sin privilegios de nada.

Así mismo sabemos que un gran causante de esta mancha llamada microtráfico y que se esparce sin límites, es la descomposición social, la desigualdad económica, la pobreza extrema, la falta de una justicia firme y sin beneficios y la débil autoridad, que fácilmente flaquea y es permisiva, dando el empuje para vivir lo que a diario vemos, niños sumidos en las drogas, criminales y asesinos andando tranquilamente en las calles, circulación masiva de todo tipo de drogas, muerte de inocentes a causa de batallas entre bandas delincuenciales y todo tipo de situación delictiva que hoy vemos como atenta contra el país y la región en específico.

Y es que precisamente nuestro departamento, a pesar de lo reducido en su tamaño, es uno de los que mayor consumo de sustancias psicoactivas registra y en donde abundan las pequeñas organizaciones, que aunque pequeñas, son sumamente sanguinarias y delictivas, esparcidas en todo el territorio quindiano, pero con mayor intensidad en la capital, y municipios como Montenegro, Quimbaya, Circasia y Calarcá, principalmente.

Dentro de lo concerniente al tipo de sustancias que más se comercializa y por ende las de mayor consumo, se tiene a la marihuana, como la de los índices más altos, el derivado de coca o popularmente llamado perico y el bazuco, siendo estas tres, las que pululan y proliferan en cada esquina y al alcance de cualquier persona.

Nuevamente nos referimos al tema del consumo no como un derecho que todo ciudadano puede obtener si así lo considera, porque no falta el que salga a decir que eso hace parte de la libertad de expresión y personalidad, y que por consumir no es un delincuente y no le hace daño a nadie. No, muy probablemente el que consume no es un criminal, e incluso puede ser un estudiante, un empleado, un padre o madre de familia o un ciudadano de bien para resumir, pero el problema trasciende mucho más allá de esto, y es precisamente todas las problemáticas sociales y delictivas que esto está conllevando que debe ser considerado como uno de los temas de máxima preocupación y por el cual el gobierno y las autoridades deben hacer más hincapié y reorganizar las estrategias para frenar y reducir este inmenso problema que seguirá creciendo si no se hace algo al respecto.

A las autoridades locales solo queda por decirles que se deben incrementar las fuerzas para solo así combatir mínimamente con este gran flagelo. Queremos ver un Quindío en donde los niños y jóvenes crezcan con sueños y metas positivas, no uno en donde antes de su mayoría de edad ya los tengan que enterrar sus familias.

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