Por: Alberto Luis Gálvez Mejía 

Hace pocos días en uno de los espacios, léase columnas de opinión, que este periódico me concede noblemente, escribía sobre la oleada de desprestigio estimulada por las cadenas radiales y algunos diarios, incluido el regional, contra la Gobernadora del Quindío, criterio corroborado la semana anterior con la noticia de la investigación iniciada por la Procuraduría General de la Nación contra la misma funcionaria, por sucesos presuntamente acontecidos en la campaña de reelección del actual Presidente de la República, que entre otras especies de clara persecución política, se le endilga el esperpento pseudo jurídico de utilizar el presupuesto departamental para financiar dicha elección y la presión indebida a los contratistas para allegar firmas en el propósito electoral de la candidata Sandra Milena Gómez Fajardo, su segura  sucesora en el cargo.

Emulando a  Ian Fleming, en una de esas frases empleadas por el creador del emblemático personaje cinematográfico de James Bond, que: “Una vez es coincidencia, dos es casualidad y tres es la acción del enemigo”, el día siguiente al que casi todos los medios informativos nacionales denunciaban la clara participación política de la Alcaldesa de Armenia, Luz Piedad Valencia Franco, a través de una serie de componendas con candidatos a la primera investidura administrativa del Departamento,  aparece como un eco lastimero y revanchista, por algunos de esos mismos medios, la noticia de la apertura de investigación disciplinaria contra Sandra Paola Hurtado Palacio, promovida por unos ilustres desconocidos del Centro Democrático, y recibida con sevicia manifiesta precisamente en el despacho del señor Ordoñez, aliado incondicional de la doctrina ultraderechista del señor Uribe. He ahí la clara intención del enemigo, o no?

Pues bien, exhortando y complementando el título de este artículo, aparece en el escenario parroquial y en la sombra como acostumbra, la temida  “mano negra” con el ímpetu de su preexistencia, tradición y perversidades, para tratar de equilibrar a las malas y sin el más mínimo atisbo de decencia, la correlación de fuerzas políticas e impulsar a toda costa la candidatura del “apolítico” señor Osorio, consejero espiritual y político de Pastrana y afin a los intereses del uribismo derechista,  y entre bambalinas, representante de un poder económico que se mueve entre el empresariado, aun el de los juegos de  azar y el vicio en todas sus modalidades,  que no perdona la “usurpación” popular en el dominio político y administrativo de la región.

Ahora bien, pero,  ¿qué es la “mano negra”? Quienes hemos bebido en las fuentes de la historia, desde la época de rebeldía de Alfonso López Michelsen contra el establecimiento preconcebido, quien develara su alarmante e ignominiosa existencia, sabemos que se trata de una organización solapada pero con su entramado de dirigencia e ideas y no la simple etiqueta que exalta el señor Ordoñez, inventado por los enemigos de la religión católica para buscar conspiraciones donde no las hay, según él, por los amigos de la paz y la FAR como suele decir Uribe en su prosapia paisa, para tapar los demenciales crímenes del paramilitarismo, el auge de las bacrim, por parte de los deslenguados comunistoides, bandidos y terroristas opositores al espléndido gobierno del presidente Uribe y antagonistas de la moral cristiana y las buenas costumbres de la herencia religiosa.

Esta mano negra es simplemente una asociación clandestina de burgueses ricos obsesionados por contrarrestar la injerencia de los estratos 1, 2 y 3 en la orientación política del Departamento e inclinar a favor de la vetusta y corrupta clase dirigente el veredicto de las urnas, para continuar disfrutando a manteles del presupuesto departamental y las gabelas financieras conseguidas por la actual Gobernadora  a nivel nacional.

Como en la ocasión anterior, me niego a seguir atentando contra mi racionalidad y quedarme con la impresión fútil de lo acontecido, pues pienso y seguiré porfiando en ello hasta que se me demuestre lo contrario, que detrás de esa deshonrosa investigación disciplinaria contra nuestra Gobernadora, como sucedió con el Alcalde Petro en Bogotá,  se ocultan tenebrosas ambiciones de poder que buscan a toda costa mancillar su buen nombre tratando de minimizar y contrarrestar su impresionante impacto en los sectores populares.

La gran pregunta y que la respondan los sabios: ¿Quién o quiénes están atrincherados como sapas en esa fatídica mano negra?

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