nadal-001Desde ya se ve en los almacenes de la ciudad una cantidad de artículos que invitan a comprar las “chucherías” que todo el mundo pone en sus casas, edificios y oficinas en la época de Navidad.

Por: Oscar Hincapié Vallejo

Guirnaldas, árboles de navidad, bolitas navideñas, luces de todos los colores y estilos, figuras en hierro forradas en mangueras de luces de colores y que van desde el más pequeño animal hasta el más sofisticado de los adornos.

Manteles, cortinas, porta vasos, trineos, papás Noel, velas hechas en parafina y con decorados para la ocasión, preparativos y engordada del cerdo, compra de toda clase de licores, y todo el mundo alistando lo que el niño Dios debe traer el 24 de diciembre; se prepara la ida para la finca o para donde los familiares que viven en otras ciudades, y los más adinerados se alistan para partir al exterior a ciudades como Orlando (Florida), París, Tierra Santa, Roma, Jerusalén, Tel Aviv, en fin, todo de acuerdo con el  bolsillo; unos más lejos que otros, pero el propósito es uno solo: “celebrar” la Navidad.

Desde septiembre la música de diciembre

Ese es el slogan o frase de batalla que utilizan algunas emisoras y, sobre todo, de FM, para conquistar audiencia, y se empieza a escuchar la música parrandera, se promociona el arreglo de las cuadras, la decoración de las paredes con los logos de las empresas radiales  o las firmas patrocinadoras, se recoge por parte de la gente el helecho para quemar el “chancho” y se idean la forma cómo cada quien tiene más audiencia y quien da más.

Empieza la preocupación de cómo comprar la ropa y los juguetes para los niños, aunque este año, por ejemplo, como algunos años,  la gente tiene la esperanza de que la gobernadora y los alcaldes salgan con todo en la época decembrina y se fajen con los regalos, sin contar que los aspirantes a la gobernación, alcaldías, asamblea y concejo también hagan su aporte.

¿De dónde sale el dinero para la rumba?

No importa como hallarlo o como obtenerlo, lo que importa es que haya plata para el chupe y la diversión, así sea empeñando los electrodomésticos, invirtiendo lo de la prima de navidad, el sueldo de diciembre, los regalos en dinero que llegan del exterior, pero que hay para la rumba hay. Somos un país rumbero por naturaleza, no importa si tenemos que llamar al gota a gota de turno para que nos preste al interés que a él le dé la gana  cobrar.

Hay que hacer natilla, buñuelos, dulces, arroz con leche, comprar los regalos para los sobrinos, jugar mis aguinaldos como: pajita en boca, el sí y el no, hablar y no contestar, la natilla y buñuelo, tres pies, en fin, cosas que a lo mejor se han perdido, pero que en la gran mayoría de hogares se conservan, al igual que rezar la novena y dizque adorar a Dios de esa manera.

Nos preparamos para un mes durante los once restantes del año, y llega enero, el mes más duro por aquello de las matrículas, los uniformes y  los textos escolares, y es donde empieza Cristo a padecer, o no tanto Cristo, sino el pobre papá que el mes anterior tiró la casa por la ventana comprando lo que no podía,  pero que con tal de que sus hijos pasen bueno se endeudan hasta el cuello, y después a llorar lágrimas de sangre.

Las tradiciones no son las mismas

Antes las familias se reunían en torno de la Navidad y se celebraban con mucha devoción estas fechas; los vecinos compartían, había intercambio de viandas, regalos y detalles y la fiesta era para todos.

Ahora se ha convertido la época de Navidad en una competencia para ver qué edificio o centro comercial pone las luces más sofisticadas, el pesebre más llamativo, pero todo de una manera muy artificial; antes se aprovechaba las bondades de la naturaleza para adornar la casa, fincas y  negocios.

Hemos entrado al mercado de la competencia no muy sana, pero esa competencia ha llevado al ser humano a endeudarse, a querer tener lo que no le permiten sus posibilidades económicas, pues mi vecino o los hijos de mi vecino no pueden tener cosas más costosas ni de mejor marca que mis hijos, el televisor mío debe ser el más grande, el equipo de sonido el que más duro suene, el celular el de mejor gama, el portátil el de mayor número de gigas, en fin, nos vemos envueltos en el fantástico mundo de la tecnología, donde cada quien quiere imponer lo suyo.

Diciembre para unos trae alegrías y satisfacciones, para otros llega cargado de malos recuerdos y amarguras, para otro tanto la oportunidad de disfrutar a todo dar con la familia, y para la gran mayoría el mes donde más se endeudan, y después, a trabajar otros once meses para que al año siguiente se repita la escena.

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