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Por: Gonzalo Quiñones V.

La película-documental COLOMBIA FURIA SALVAJE, que cruza con palpitante realismo el corazón mismo de la geografía amazónica de nuestro país, gracias a la majestuosidad de la naturaleza donde  suena fuerte, muy fuerte el eco de Dios, con sus respectivas columnas vertebrales del pacífico, los nevados, los parques naturales, los dilatados llanos; con el frío y el calor; los truenos sonoros de las nubes con sus caprichosas figuras, son los  anuncios celestiales del clima; llueve y están tristes los páramos; la inmensidad oscura. La alborada, la tarde, la noche se entrelazan y se confunden unas a otras; surge sin embargo  la luz y los atardeceres sublimes; el vaivén majestuoso de los árboles; mientras que las corrientes de aguas cristalinas se abren paso respetuoso y llenas  de colores, pero con mucha contundencia y en muchas direcciones por la geografía;  se desplazan caprichosas por cada porción de la  tierra anunciando vida y muerte; desesperación por  la supervivencia natural y animal; retratando también la lucha, el  dolor, la devastación activa y peligrosa- cada especie animal demuestra su grandeza y destreza para supervivir- y por sobretodo anunciando vida, a veces esquiva y estropeada por la ambición del hombre. La vida animal es misteriosa y grandiosa.  El mar, el inmenso mar, también es protagonista y testigo fiel de todas estas cosas y realidades al alcance de cada uno de nosotros, ah y de los niños también. Es sencillamente una fuerza misteriosa que se levanta hacia el cielo y se incrusta en el fondo de la tierra, y porque no aceptarlo, se mete en nuestra propia vida, para que cada creatura viviente se aposente y actúe con su natural destreza y derecho a existir por encima de todo y de todos. Para que la madre tierra viva y no sienta ya la mano devastadora y cruel de las organizaciones legales unas, ilegales la mayoría, que la explotan sin consideración y por lo tanto la matan. Colombia Furia Salvaje es un llamado de atención por la vida. Es una convocatoria sincera, elocuente, real a cambiar nuestro estilo de vida con el ambiente. Nuestra tierra sufre, llora, siente los golpes arteros de los hombres de hoy. De esta civilización destructora que necesita y de qué manera de la naturaleza. Todos, sin excepción la necesitamos. De nuestra conducta con ella, depende el presente y el futuro de nuestra gran Nación colombiana y de los países hermanos. Para vivirla, hay que verla y sentirla.

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