japon-pena-muerte-enfermos-mentales

Por: Andrés F. Zapata

Homicidios, suicidios y esa manía de pertenecer a bandas criminales, sea por el motivo que sea, hacen que los habitantes quindianos sean considerados como enfermos mentales. Fuerte descripción, pero adaptable a la crítica realidad que vive el departamento.

Buscando una manera más técnica o menos ofensiva para describir la situación de los habitantes del Quindío, es difícil encontrar una definición que no sea la del calificativo de locos, o enfermos mentales. Realmente es una condición que con base en el alto número de problemáticas sociales que se perciben en cada rincón del departamento, se acomoda perfectamente a lo que es el estado en el que mantenemos.

Asesinatos que están a la orden del día, falta de soluciones y voluntad para afrontar los problemas, desordenes de tipo social y familiar que llevan a la vinculación a temprana edad a organizaciones o grupos delictivos dedicados al microtrafico, sicariato y extorsión, entre muchas otras situaciones de orden público que solo hacen pensar en que quienes llevan a cabo estas acciones tienen una deficiencia mental.

Grave tener que calificarlo de esta manera, pero cómo es posible por ejemplo que un padre vincula a sus hijos en problemas delictivos y que como es de esperarse por este motivo sean asesinados posteriormente, tal y como presuntamente sucedió en el caso del vecino municipio de Montenegro, en donde esta semana se presentó este crimen en donde el padre y sus dos hijos menores de 16 y 13 dejaron de existir por culpa de un sicario que quiso “arreglar cuentas pendientes”.

O en donde un hombre en Calarcá le quitara la vida a una joven de 24 años, quien además tenía 5 meses de embarazo, al parecer por diferencias personales y la infaltable intolerancia, casi que sinónimo de ignorancia. O como en el otro hecho de sicariato ocurrido en los últimos días, en donde un hombre, habitante de una finca aledaña al municipio de Pijao fuera ultimado con un mortal impacto de escopeta a quema ropa.

Por otro lado y sin hacer énfasis en los motivos que existan, podemos decir que la fatídica y lamentable decisión del suicidio obedece también a un desequilibrio mental, a una falta de autoestima y una combinación de factores represados que no tienen solución y que por el contrario terminan debilitando mental y físicamente a la persona.

En definitiva la situación de nuestro departamento es complicada, hechos violentos se siguen presentando repetida y permanentemente, convirtiéndose aparte de un tema de seguridad, en un tema de salud pública, concerniente también a diversas entidades u organizaciones, no solo judiciales y penales, sino también con énfasis en la recuperación de la salud mental.

Visitas: 0