560727_453279991368186_258855703_n1Por: Manuel Gómez Sabogal

¡Manuel!, pero en un programa de televisión que actualmente se emite por una de las cadenas privadas que genera “cultura”, el público, los inocentes, la gente quiere parecerse a alguien, quiere ser otro, quiere tener otro nombre. Quieren cantar como otros, vestirse como ellos, ser ellos. El jurado les exige tono, timbre, características del personaje que representan. Al final de cada interpretación, uno a uno, los jurados recomiendan, no aceptan, requieren, exigen y el yo me llamo sale alegre o triste, dependiendo del repelo.

Es decir, Yo me llamo…de otra manera. Es la clase de programas que no me gustan, no me interesan, no me importan. Sin embargo, este lunes estaba en casa y decidí encender el televisor y caí preciso en ese. Empezó y los yo me llamo empezaron a pasar. Los jurados, al final de la canción, le hablaban y le decían qué hizo bien, regular o mal. Y le insinuaban que todavía no se parecía, ni poquito, al verdadero cantante.

De pronto, casi al final, uno de ellos decidió retirarse antes de su presentación. Renunció. No quiso seguir. El representante de Ecuador habló, renunció y como le dijo uno de los jurados: “nunca se dé por vencido antes de hacer lo que debe hacer”. Eso me gustó. Y otro de los concursantes le dijo: “respeto tu decisión, pero no la comparto”. También me gustó.

Sin embargo, “Yo me llamo” no me agrada. La exigencia, para parecerse al original, es grande.

Recordé cuando en alguna ocasión alguien me preguntó: “A quién le gustaría parecerse” y le respondí que a mí mismo, porque yo había hablado con mi mismo y me quería mucho como soy.

He escuchado y leído entrevistas en las cuales esa pregunta sale a flote y las respuestas son totalmente increíbles y parecidas: “quisiera ser…”

No, no sea como “Yo me llamo”. Sea usted mismo con cualidades y defectos. No pretenda parecerse a otro. No crea que usted puede igualar a su “ídolo” de papel.

Ser cada uno es lo mejor que puede ocurrir. Y en este momento, recuerdo frases como: “tan lindo el niño. Se parece a…” Y mentiras. O cuando las mujeres entran a reparación, ajuste y pintura, porque quieren ser más bellas, diferentes o parecerse a….

Yo me llamo….un programa donde quienes participan ya no son ellos, sino la representación de otros y estoy seguro, su identidad queda irreconocible, pues ni ellos ya saben quiénes son..

Además, al público le divierte y las versiones se pasean por todo el país en presentaciones en clubes, ciudades, pueblos. Ellos felices, porque no saben quiénes son y el público satisfecho porque allí encuentra a su “artista” preferido. “Canta igualito, se mueve lo mismo, tiene los ademanes precisos y muchas expresiones más que siguen recorriendo cada vericueto. Al final, nadie sabe cómo se llama la persona, ese ser humano que está allí representando a alguien que no es él.

Julio Zabala es un imitador, pero sigue siendo Julio Zabala. Luz Amparo Álvarez es ella, representa personajes, pero todos sabemos que es ella. Para ellos, Yo me llamo, sigue respetando su identidad.

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