IMAGEN-13104856-2Desde 1997 junto con mi familia y aún siendo un niño nos instalamos en la ciudad de Armenia, yo apenas arribaba a los once años y en mi primera etapa de infancia siempre seguí los colores de mi ciudad de origen, Manizales.

Por: Cristian Marín Zuluaga-Bogotá

Sin embargo, apenas pisé suelo quindiano algo me coqueteaba, sentía una atracción especial por el estadio Centenario, pero sobre todo por su habitante permanente. Con el pasar de los días y luego de un proceso de adaptación,  empecé a recuperar la costumbre adquirida desde niño, ese delicioso vicio de ir a fútbol cada domingo no lo podía aislar de mi cotidianidad, era algo necesario para un niño soñador del fútbol, solo se presentaba un problema, como ya no podía ver jugar al equipo que me enamoró por primera vez, decidí dividir mi corazón  y se abrió un espacio grande para albergar al Deportes Quindío.

De ahí en adelante todo fue jubilo enchapado de verde, esa temporada fue sensacional, incluso, ese año con un equipo aún recordado por todos, experimenté los bombeos acelerados de mi corazón cada que el milagroso saltaba a un terreno de juego.

El sentimiento se desarrollaba rápidamente, el tener a un padre comentarista de fútbol, el mismo que junto a Germán Darío Arce conformaron un gran grupo deportivo acompañando por cada rincón del país aquel elenco orientado por Oscar Héctor Quintabani, terminó siendo el detonante para transformarme en un pretendiente más del cafetero.

Aún recuerdo mis primeras lagrimas por un equipo, y no fue precisamente por el Once Caldas, no,  fue por el milagroso,  en aquella y recordada noche, donde un  fantasma nos tumbó la ilusión de jugar una final, ese día abandoné la cabina de transmisión y me senté junto al relator a llorar, cuando cada uno de los históricos periodistas deportivos de la región, se alejaban de su cubo de trabajo para buscar consuelo entre sus propios colegas, otros recurrían al hombro de sus familiares;  repito, era tan solo un niño de once años.

Hoy casi 17 años después del  encuentro que marcó mi vida, la tristeza me invade, el dolor, la frustración pero sobre todo la impotencia se apodera de mi rutina, es inevitable acostarme sin pensar en lo que sucedió el pasado sábado, y siempre llegó a la misma pregunta ¿por qué el equipo de mi tierra?

Interrogante esquivo, doloroso  que jamás tendrá alguna respuesta, y simplemente me veré obligado a procesarlo para intentar superarlo y así ver más claridad en un panorama por ahora copado de bruma.

La semana pasada muchos compartieron mi opinión, otros que claramente no encajo dentro de su agrado, me señalaron; hoy defiendo mi teoría, creo que a pesar del dolor, el abismo es un revulsivo buscado hace muchos años, es tiempo de purgar a nuestro embajador de los pésimos dirigentes, del laboratorio endocrino de jugadores, de los mojigatos disfrazados de mesías que llegan con sus intenciones macabras a exprimir a un equipo abandonado por la clase dirigencial, política y empresarial de la región.

Qué Hernando Ángel es el CULPABLE, lo escribo y con mayúscula. Qué la mayoría de jugadores son unos sinvergüenzas, obvio. Qué nos vamos a pagar mucho tiempo en penitenciaria llamada B, es inevitable. Solo espero que el llanto y la amargura que portamos todos los quindianos y me incluyo, sirva de bálsamo para volver a ver por nuestra ciudad a un equipo serio, de guerreros disciplinados con la puerta abierta hacia los sueños.

Antes de escribir por última vez en el año del Deportes Quindío, solicito un aplauso para el señor de Cali y por supuesto para nuestros queridísimos líderes, ¡bravo de verdad, bravo! Y gracias por enseñarnos, que no se debe hacer en la región, ustedes también en un alto porcentaje tienen la culpa por quedarse sentados en zonas de confort, desangrando al pueblo  y viendo morir a pedacitos a nuestro histórico y casi que único embajador.

Dónde quedaron las buenas intenciones hacia nuestra adoración de la ilustrísima alcaldesa, nuestro alcalde cívico y deportivo de Armenia, nuestra gobernadora, nuestros parlamentarios, diputados y concejales, los mismos que se llenaron la boca de basura en campaña hablando del milagroso, no, ellos no estuvieron ni estarán, ellos se preocupan por llevar a la ciudad juegos “chimbos”.

Mientras el milagroso agonizaba, en las oficinas más prestantes del departamento se empleaba el tiempo para unas justas que en definitiva no le dejaron nada a la región, o que creyeron, que pagando una boleta iban a cumplir con lo prometido en el proceso proselitista, están equivocados señoras y señores, las cosas no son así.

Un saludo y un abrazo fraternal a todos los seguidores de mi Deportes Quindío.

 

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