jkuPor: Alber Deylan

Antes de que Juan Carlos viajara al Perú, tuve la oportunidad de hablar con él, me habló que iba en plan de descanso, había sido un año de ardua actividad, como docente o como gestor cultural llevando siempre cine en el auditorio Euclides Jaramillo Arango de la Universidad del Quindío; esa era su pasión y desde el Cine Club Lumiere, todos los martes, allí estaba en contacto directo con los estudiantes quienes Acudían al auditorio el cual lo había convertido en su otra casa.

Joven, educado, cruzando siempre la calle 14 entre la plaza de Bolívar al Parque Sucre, era su entorno y su espacio predilecto, amaba la ciudad a como su familia, querido por todos y enamorado de su profesión. Viajó al país vecino del Perú, sin saber que allí estaba su final de esta vida terrenal, pero con la seguridad que dejó una importante huella en los Cine Clubes del Quindío.

Juan Carlos llegó a este mundo  sin avisarle a nadie, a como también fue su partida, a nadie le dijo nada, pero con la seguridad que el sector cultural siempre lo recordará porque importante aporte le hizo al Quindío. Su paso por la tierra no fue en vano y hoy el mejor homenaje que se le puede hacer, es llevar siempre su memoria. Paz en su tumba.

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