Por: Andrés F. Zapata
A pesar de la inversión de aproximadamente 1.200 millones de pesos en la iluminación navideña para este año en la ciudad de Armenia, nuevamente nos quedamos supremamente cortos en comparación con otras ciudades, donde la iluminación, la decoración y todo lo relacionado con los arreglos navideños que embellecen las calles, acaparan trayectos enormes del centro de estas ciudades, sin quedarles ningún tramo por decorar e inmersos en la alegría que esto produce para las familias y los niños.
Personalmente, apenas el viernes de este fin de semana recién pasado, recorrí la zona céntrica de la capital quindiana con el fin de apreciar lo que se había hecho. Y es cierto, no todo es malo, sitios como la Plaza Bolívar sacan la cara, el edificio de la gobernación, el enorme árbol en la mitad de la plaza, el hermoso pesebre que decora la entrada a la gobernación y los demás elementos que engalanan este predio retienen las miradas entusiastas de las personas que se acercan a conocer.
Pero lamentablemente para lo que significa el espíritu de la navidad impregnado en las decoraciones urbanas, trayectos como la conocida Calle Real o Cielos Abiertos, se ve completamente apagado, triste y desolado. Allí, unos cuantos elementos referentes al mismo concepto de navidad son los que pretenden engalanar, o al menos distraer la falta de compromiso para con esta importantísima vía peatonal, no solo para nosotros los residentes cuyabros, sino para los turistas que por esta época son muchos en nuestras tierras.
Durante las 7 cuadras que separan la Plaza Bolívar del Parque Sucre, trayecto que corresponden a la denominada Calle Real, la alegría desaparece y se torna todo en un lugar más bien oscuro y triste.
Qué bueno hubiera sido ver todo este pasaje completamente iluminado, adornado, alegre y con pinta navideña. Ya sabemos que el presupuesto es escaso y que puede haber muchas otras situaciones que ameritan mayor intervención, pero al haber organizado esto de una mejor forma, hubieran atraído a muchos más turistas, que lógicamente permitirían retribuir en algo el presupuesto invertido, y por ende lograr consolidar de a poco a nuestra ciudad como un escenario propicio para las visitas de turistas no solo por el tema de los parques temáticos y sus paisajes cafeteros, sino también, por su decoración navideña, tal como lo han logrado en Bogotá, Medellín, e incluso nuestra vecina Pereira.
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