Por: Andrés F. Zapata
La situación en torno a la viabilidad del proyecto eléctrico de Barbas Bremen no se ha definido del todo, siendo este un permanente dolor de cabeza para los habitantes del sector y los detractores, quienes pretenden defender a toda costa la conservación tal cual de este bosque.
Aunque a principios de este mes se llegó a un acuerdo entre la Empresa de Energía de Bogotá (EEB), -quien es la encargada de llevar a cabo el proyecto de la instalación de las torres de energía en el bosque de Barbas – Bremen- y la gobernación del Quindío, para suspender momentáneamente la continuidad de todo trabajo relacionado a este tema y que se esté llevando a cabo en la zona, la ciudadanía en general sigue demostrando su preocupación e inconformismo con la situación, ya que ven con desazón e intranquilidad, que así sea con otras condiciones, el proyecto se reanude y siga su marcha.
Para los que estamos conscientes del inmenso daño que la continuidad de este proyecto traería no solo al ecosistema y el medio ambiente, sino también a los habitantes de Filandia, al turismo, a la economía y al departamento en general, nos resulta complicado pensar en que quizás haya aún la remota posibilidad de retomar el plan gestionado por esta empresa bogotana.
El bosque, que tenía la denominación de Parque Regional Natural, pasó a ser el Distrito de Conservación de Suelos Barbas – Bremen desde el año 2011, permitiendo así la planeación y el acceso de empresas públicas o privadas para la modificación, construcción o explotación de estas tierras. Desde allí comenzó el problema.
A pesar de saber que este no es un tema de último minuto, considero esta como una denuncia propicia para hacer, sirviendo como medio para rechazar abiertamente la posibilidad de reiniciar estos trabajos, de eso se trata esta sección de nuestro periódico, de que por medio de las notas y denuncias podamos ser la voz de inconformismo y rechazo de una sociedad que ve con preocupación lo que pueda suceder.
Y es que no nos estamos oponiendo al progreso y a la evolución de nuestro departamento. Por el contrario, cuando ha sido necesario y conveniente hemos apoyado la ejecución de ciertas obras que traerán múltiples beneficios, sin afectar a la comunidad. Pero por el contrario, esta situación lo único que traerá es daño para toda una región.
Las más de 83 torres de energía, cada una con una altura de entre 30 y 50 metros, aparte de que acabarán con gran parte del bosque, invadirán y desplazarán a decenas de campesinos con sus ganados y siembras, destruirán el hábitat de innumerables especies poniéndolas en peligro de extinción, nos expondrán a la contaminación electromagnética y de que obviamente disminuirán el turismo en nuestra región, proveerán de una exagerada cantidad de kilovatios que sobrarían, puesto que el Quindío utiliza únicamente 90.000 de los 180.000 kilovatios que se generan para esta zona, haciendo pensar y tener el mal augurio de que estas torres lo único que harán será llevar energía para el otro gran monstruo que se está comiendo nuestro paraíso cafetero, la megaminería. Siendo la del proyecto de La Colosa, la más preocupante y amenazante con destruir gran parte de nuestro imponente, único y mágico Valle de Cocora.
Por esto es que es importante que no bajemos la guardia y de la mano de la administración seccional y demás autoridades ambientales, demostremos todos la apatía y rechazo en contra de este proyecto para que se desista por completo de llevarlo a cabo.
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