Frente a la violencia que atraviesa el país, urge que el gobierno establezca prioridades reales, que la clase dirigente se abra a la autocrítica y la comunidad nacional reflexione sobre la defensa de la democracia. Mientras los políticos se enfrascan en luchas partidistas, el avance de los actores armados amenaza la estabilidad de la nación, una realidad que parece ignorada por quienes gobiernan o aspiran a hacerlo.

La agenda del gobierno se centra en una consulta a toda costa que más se asemeja a una carnada para satisfacer sus pretensiones electorales que a una sana intención de hacer justicia. De igual manera de lo que tanto hoy se quejan algunos, es de lo mismo que ellos ayer hicieron y que hoy pagamos todos. Los 11 millones de colombianos que se pronunciaron anhelando un cambio, seguramente no lo hubieran hecho si las cosas hubiesen sido diferentes. Basta una pregunta y tres pequeños ejemplos para demostrar que todos cargan con el mismo pecado que hoy quieren eludir. (Agro Ingreso Seguro, La unión temporal de los Centros Poblados y Los carrotanques de la Guajira) Tres hechos diferentes, dos ideologías distintas y una sola conclusión la corrupción es una práctica de la derecha y de la izquierda.

Ampliar la lista sería interminable solo citemos los últimos cinco periodos para no ir más lejos. Nuestra crisis es estructural, quiérase o no, nace de la codicia desbordada de nuestra clase política, separada ideológicamente, pero identificada en su vocación por el poder y sus privilegios.
El atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay es un hecho deplorable que merece toda la solidaridad nacional. Sin embargo, en medio de la profunda crisis que vive Colombia, su caso es un destello en la tormenta de una realidad dolorosa: la angustia de miles de familias desplazadas, de los asesinatos de policías, soldados, lideres sociales y las madres que sufren el reclutamiento forzado de sus hijos por parte de grupos armados ilegales, como lo ha expresado con claridad su propia esposa. Tomo una pequeña muestra de nuestra gran tragedia nacional: Hasta 2025, se han reportado casos de reclutamiento de menores en al menos 12 de los 32 departamentos de Colombia, lo que representa aproximadamente el 37,5% del territorio nacional. Estos departamentos incluyen: Cauca, Putumayo, Valle del Cauca, Norte de Santander, Nariño, Meta, Caquetá, Antioquia, Chocó, Arauca, Guaviare, Guainía. Es necesario redefinir nuestro concepto de liderazgo, nuestra visión del ejercicio político, nuestros niveles de sensibilidad, de crítica para no ser víctimas del oportunismo y aun nuestro sentido de pertenencia para forjar un promisorio futuro. No permitamos que unos pocos nos enfrenten para sacar partido de nuestras debilidades o apasionamientos. Exijamos respeto a quienes desde las diferentes posturas quieren forjar nuestro destino.

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Por EL EJE