Republica-Dominicana4

Por: Andrés F. Zapata

La incidencia y reincidencia de niños y jóvenes  menores de edad en actos delictivos es un tema del que no se percibe una pronta solución por parte del gobierno y de las autoridades pertinentes, puesto que atacar o frenar esta problemática, reviste una cantidad de detalles y situaciones que no van únicamente con el proceder de las autoridades en poner mano dura contra estos delincuentes, sino que va mucho más allá.

La falta de afecto en sus hogares, la falta de compromiso de los mismos padres y su entorno más cercano en inculcarles buenos valores, el poco interés en la educación, la misma técnica obsoleta y despreocupada de muchas instituciones educativas en formar casi que de cualquier forma a los niños hacen que permanentemente más y más niños, potenciales futuros prodigios de nuestro departamento y nuestro país se pierdan en el mundo de la drogadicción, de las pandillas y de la violencia.

Si a esto le sumamos la falta de oportunidades, el dinero fácil y una “barrita” o grupo de pelaos en donde son “mejor recibidos” y tratados que en sus propias casas, entonces es ahí en donde estamos fallando como sociedad y lo seguiremos haciendo.

La situación es muy sencilla de comprender, pero a su vez sumamente complicada de combatir. A la fecha en el Quindío y según las autoridades, al sistema penal para adolescentes han ingresado 106 menores de edad, la gran mayoría de estos por delitos tan graves como el homicidio y revisando sus antecedentes e incluso teniendo como testimonio la propia palabra de estos niños o adolescentes, todos coinciden en decir que de más niños siempre tuvieron que enfrentar situaciones de maltrato en sus casas o simplemente el abandono o falta de afecto de sus propios padres y familiares, haciendo más fácil que encontraran en la calle y en las malas compañías, ese grupo en donde se sintieran aceptados e incluso queridos, así posteriormente se dedicaran al consumo de drogas, al hurto en diversas modalidades o hasta el homicidio, siendo así atraídos por las ahora bandas delictivas que al mando de algún cabecilla, les proveía también de dinero, encontrando así todo lo que un joven a esa edad y sin aspiraciones de nada podía conseguir.

El Quindío vive ahora inmerso en un alza en la delincuencia común, y los menores de edad siguen siendo parte de este flagelo, pero para combatirlo primero hay que reestructurarnos como sociedad.

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