En cualquier lugar del mundo, después de las catástrofes vienen épocas de aparente calma e inercia, detrás de las cuales se despliegan inmensos grupos de trabajo silenciosos que tienen que analizar el desastre, sopesar las soluciones, implantar planes de trabajo y ejecutar acciones inmediatas que permitan fortalecer lo debilitado, remover escombros, reconstruir lo derrumbado y adelantar nuevas obras que generen el desarrollo de los pueblos.
Manizales, después de 18 meses del tsunami devastador, corrupto, desgraciado y ruinoso del gobierno de Carlos Mario Marín, superó ya la etapa de análisis del desastre, hallazgo de soluciones e implantación de planes y programas. ¡En tiempo record! Fue una etapa difícil que se asumió con firmeza, dedicación, profesionalismo y, sobre todo, de manera silenciosa pues, la nueva administración, en lugar de lamentos emprendió acciones, y en lugar de asignación de culpas, asumió con responsabilidad la reconstrucción inmediata de la ciudad.
Y ya entramos, por fortuna, en la etapa de implantación de soluciones concretas y de proyección de nuevas obras, sobre las cuales se palpa su inicio y se ven movimientos efectivos. El plan es ambicioso y le dará un nuevo aire a la ciudad: soluciones viales, proyectos ecológicos importantes, planes de infraestructura educativa, nuevas soluciones de movilidad, inversión en seguridad ciudadana y un largo etcétera de planes y programas que permitirán cumplir con el programa de gobierno Rojas, es lo que hoy vemos los manizaleños.
¿Quedarán faltando obras? ¡Claro! Pero un andén roto no puede empañar los grandes proyectos de infraestructura; ni un árbol podado significa un desastre ecológico; ni un mendigo importado puede derrumbar el programa social de la alcaldía. Tampoco las acciones vandálicas de los petristas que destruyen con sus grafitis asquerosos la ciudad, pueden endilgársele a una administración que se encontró con acciones legales que los avala. Sería como condenar al alcalde por la regularización de una ciclo banda ilegal que nos impuso el populismo zurdo, cuando lo que primó en Jorge Eduardo Rojas fue el ánimo conciliatorio y la armonía de la sociedad, evitando lesionar supuestos derechos adquiridos.
¿Y los recursos económicos? Cuando se gobierna con honestidad los presupuestos rinden. De ahí que un cúmulo de obras que inicialmente se habían planteado con recursos híbridos (Administración-Valorización) se hayan terminado asumiendo 100 % con recursos de la administración, sin generar más cargas tributarias. Se está demostrando que no es necesaria la mendicidad ante un gobierno nacional obtuso y reacio a colaborar con el municipio, ni el acudir al estreñimiento presupuestal del ciudadano para lograr el desarrollo de Manizales.
Y una última consideración: quienes se rasgan las vestiduras aduciendo que el cemento no lo es todo, hay que decirles que las obras de infraestructura generan consumo y empleo; por lo tanto ingresos frescos, y estos ingresos generan actividad económica local y una multiplicación de recursos en la ciudad que, en últimas, son el motor de bienestar, salud, educación y elevada calidad de vida.
¡Manizales renace! Y los manizaleños debemos trabajar unidos por una ciudad que nos necesita hoy más que nunca. La politiquería puede esperar…
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