honestidad1

Por: Gonzalo Quiñonez Vanegas

Nuestra Iglesia Católica, está cerca, muy cerca de las manifestaciones ciudadanas porque motiva a cada creyente, independientemente de su tendencia política, a buscar a sus hermanos tanto en las periferias urbanas como rurales.  Esto es misión. Primero con la palabra, de donde se desprende la práctica de la caridad, o sea, estar con el otro; ayudar al otro. Iluminar al otro. Luego, reconociendo el poder y la presencia redentora del sacramento de la Eucaristía, fuente de salvación y redención, para recaer después, en el servicio y entrega a la comunidad, o sea la solidaridad y el acompañamiento constante, hacia la superación y hacia la trascendencia, de nuestros hermanos en el Señor. Lo que se ha escrito hasta aquí, tiene sabor a “política social” y… sí que lo es.

Como hace de falta un sincera política social en nuestra ciudad; una política incluyente. Que defienda y respalde la importancia de la persona humana, como individuo,  y su dignidad propia y familiar. Que haga sentir a fondo de que estamos urgidos de un gran cambio, en todas las estructuras de la sociedad y sus estamentos públicos y privados. Que permita reconocer que las cosas de hoy, no andan bien. Que necesitamos un cambio. Que acoja con sinceridad el pensamiento del Papa Francisco, en su encuentro con los movimientos populares de varios países suramericanos: que los llamados dirigentes de hoy, proporcionen con urgencia a la gente ¡las tres T, humanas, sencillas y contundentes: TIERRA, TECHO Y TRABAJO!  Sin selecciones. Sin egoísmo. Sin compra, ni venta de conciencias. Sin exclusiones. Pensando en el bienestar colectivo. Los movimientos populares, dijo el Papa, tienen la palabra, para enterrar esa matriz, o sistema global de ahora, que nos está impulsando a crear la cultura y hasta el comportamiento de obtener la ganancia a cualquier precio. Arrasando a su paso lo que sea, con tal de obtener la meta trazada. Esto hay que discernirlo como la ambición incontrolada por las cosas y los puestos, y los honores y los elogios vanidosos. Vanidad de vanidades y nada más…La Tierra, el Techo y el Trabajo, son derechos sagrados, no dadivas y el santo padre Francisco, implora un profundo llamado de atención para el mundo: “cambiar la globalización viciosa del sometimiento y la exclusión, por la globalización virtuosa de la esperanza, la inclusión, para que se genere un verdadero y sincero cambio redentor”.

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