Por: Gonzalo Quiñones V.

110

Frente a los alcances que han tomado los sonados incendios forestales, en las distintas regiones del país, de alta vocación agrícola y ganadera y por lo tanto reconocidas como las despensas de la comunidad, unido a los impactos sobre las cuencas hidrográficas, especialmente las rurales se detecta con facilidad, lo limitados que están los cuerpos de bomberos en general, en materias tan fundamentales como la logística, o sea, de los implementos necesarios para atender con eficiencia las emergencias que todos conocemos. Tienen muy buena voluntad, pero ante la falta de medios, la impotencia los acompaña hasta el final.

Y esta pobreza técnica, con tintes de miseria, no es de ahora. Es histórica. Desde 1980, o quizá desde antes,  se conoce la desidia, el desinterés y la  indiferencia de los administradores públicos, presidentes, gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y senadores- a quienes los lame ladrillos, los identifican como los hacedores de las leyes de la República- sin excepción, siempre han mirado a esas instituciones bomberiles como las cenicientas.

Son entidades poco representativas para el establecimiento, o sea el gobierno de turno. Y la organización nacional que dice representarlos y defenderlos ¡mutis por el foro! No se sabe si existe todavía, o desde donde opera. Los cuerpos de bomberos a escala nacional, no tienen dolientes. Pero desde esta pequeña tribuna de opinión, lanzamos un llamado de salvación para esas nobles entidades, integradas por hombres con formación de servicio y entrega por la comunidad. Unos señores competentes, otros no tanto, pero de un gran espíritu cívico, quienes merecen y tienen pleno derecho a un mejor tratamiento de parte del Estado. No los dejemos “incendiar” de pobreza por falta de recursos técnicos y el silencio cómplice de la misma gente, y sobre todo del gobierno nacional.

Visitas: 0