plazaTransitar por la plaza  Bolívar o la plaza de la Quindianidad se convirtió para los ciudadanos en el peor de los calvarios, pues en estos sitios solo se ven escenas desagradables que afean la ciudad y que desdicen de la labor policial y de ocupación del espacio público.

Por: Oscar Hincapié Vallejo

Pensábamos que con lo del terremoto y la quitada de la galería de Armenia del sector céntrico y construcción del CAM las cosas iban a cambiar, pero cada día estamos peor, y lo más grave de todo es que los inquilinos que no caben en la plaza de la Quindianidad se van para la plaza  Bolívar para aumentar la vergüenza nacional y la pena ajena que sentimos al ver lo que pasa  en estos sitios que son la entrada a la casa de mandato de la alcaldesa y la de la gobernadora, y todo con la mirada complaciente de las autoridades.

Lo que quiera le vendemos, lo que  quiera le conseguimos, la ropa que necesite, la vuelta que desee, el tipo de comida apetecido, el licor que quiera tomar, la droga que se quiera meter, el celular que sueña, el tipo de irrespeto que añore para su esposa e hijas, el tipo de raponazo, el tipo de atraco, en fin, en la plaza de la Quindianidad o en la plaza  Bolívar, de todo como en botica.

Son muchas las veces que le hemos manifestado a los mandatarios de turno sobre la penosa situación en que se encuentran las entradas a la sala de la alcaldesa y la gobernadora, y parece ser que poco importa esta anomalía, no sé si porque tanto la alcaldesa como la gobernadora poco transitan por esos sitios a pie y lo hacen en carro y entran al edificio por el parqueadero, llegan a su despacho, realizan sus labores, luego, por el privado, de nuevo al parqueadero, y a lo mejor no se dan cuenta de lo que ocurre en la afueras de sus fortines gubernamentales.

Lo que quiera se lo tenemos

Frijoles, sancocho, tinto marihuana, bazuco, heroína, ropa usada, zapatos viejos, celulares robados, niñas como damas de compañía, niños para viejos verdes, atracos con cuchillo, revolver, en moto, a pie, irrespeto para las damas, serenatas de música de cuerda, de mariachis, solistas, grupos vallenatos, sacrilegios, blasfemias, discotecas móviles donde se sientan una cantidad de borrachines a escuchar todo tipo de música y a tomar chirrinche; allí se consiguen trabajadores para todo tipo de labores, recolectores de café, para desmatonar, para ordeño, para cascarle a alguien o para dañar carros… Mejor dicho, si seguimos enumerando lo que en estas plaza se consigue, ustedes se quedan aterrados, y lo más grave, en las narices de las autoridades, pues en la primera (alcaldía) está el PARSE donde por ahora converge o es el sitio de la estación Armenia, y nadie dice nada; en la segunda (gobernación) CAI de la constitución, CAI móvil al lado de la catedral y el Palacio de Justicia, donde además están las sedes del CTI y la URI.

¿Qué dicen nuestras autoridades?

Sería bueno que nuestra alcaldesa, primera autoridad de policía de la ciudad, nuestra gobernadora, primera autoridad de policía del departamento; el comandante de policía, coronel Rojas; el director del CTI, el director de Fiscalías, el secretario de gobierno y la secretaria del interior, la dirección de Bienestar Familiar, el personero, la defensora del pueblo, entre otros, le dieran una respuesta clara y contundente a los ciudadanos de bien que debemos soportar tanto despropósito en nuestra bella ciudad.

Por si no se han dado cuenta, señores, en la plaza  Bolívar, en horas de la noche, especialmente, y al lado de la catedral de La Inmaculada, se apostan una cantidad de jovencitos y jovencitas esperando quién les propone ser su dama o damo de compañía, a cambio de unos cuantos pesos o una porción de droga, sin contar la cantidad de productos que venden y que hacen que el sitio parezca todo menos la plaza del Libertador;  tan bueno que era ir con la familia y tomarse fotos; ahora, qué pereza, pues cuando uno llega lo invade un ejército de habitantes de la calle pidiendo plata y tratándolo mal a uno e irrespetando a sus acompañantes.

¿Dónde está la labor de los subalternos de Héctor Marín, que andan por las calles levantando a todo cuanto vendedor ambulante ven?

¿Dónde está la acción policial que tenemos en la ciudad, pues ven a los malandros y ni siquiera los requieren por antecedentes?

¿Dónde está la verraquera y empuje de la alcaldesa y la gobernadora para decretar operativos que ayuden a detener a los indeseables que dan mal testimonio de la ciudad y el departamento?

¿Qué papel juega la Defensoría del Pueblo y el personero?

¿Qué labor hacemos los medios de comunicación a través de la radio, prensa televisión e internet?

Desde aquí les proponemos realizar una campaña para erradicar de una vez por todas lo que afea la ciudad y, especialmente, en las plazas  Bolívar y la Quindianidad, porque además son los orinales más grandes del mundo y los sopladeros más destacados de la comarca.

No estamos exagerando: todo el mundo sabe lo que pasa y nos hacemos lo de la vista corta.

Pero no importa, ya casi llega la campaña política en firme y salen todos los candidatos a gobernación, alcaldía, asamblea, concejo y demás corporaciones a decir: “En mi gobierno si viviremos en el verdadero paraíso y la gente podrá dejar abiertas sus casa y nadie le robarán, podremos salir tranquilos con la familia y todo bien, todo bien”… Me río de Janeiro de lo que pasa. Jajaja… Jejeje.

Pero que todo cambie para que todo siga igual.

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