20150317_110816Por: Andrés F. Zapata

Muy lamentable y desgraciadamente, por tradición, herencia o simple idiosincrasia, llevamos intrínseco actos que se reprocharían en cualquier otra parte del mundo. La falta de cuidado con lo que tenemos y la falta y amor y sentido de pertenencia por las obras, y elementos que hacen parte de nuestro entorno social, hacen que sin importar los esfuerzos que hagan los demás, siempre vamos a tener cosas que lamentar en cuanto al proceder de nuestros actos.

Da impresión, rabia e impotencia ver la suciedad en la que es capaz de vivir la gente, ver cómo sin ningún escrúpulo arrojan cualquier tipo de basura al suelo, desde bolsas, papeles, cascaras o pepas de frutas o chicles por cantidades. Y no me refiero a que tiren basuras al menos en algún sitio donde haya un cumulo de basuras, sino en cualquier sitio.

Qué vergüenza ver como no son capaces de guardar en sus bolsillos o en sus manos el papelito o basurita que ya no necesiten y depositarlo en una de las canecas de basura dispuestas en la ciudad de Armenia, que a propósito pueden no ser muchas, pero realmente nada nos cuesta esperar a llegar a la más cercana y evitar ensuciar más las calles.

A pesar de avisos como el que se ve en la gráfica, a la ciudadanía nada le importa, y desde el más niño hasta el más anciano sigue prolongando este denigrante acto que nos está sumiendo más en la suciedad.

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