Por: Gonzalo Quiñones V.

“Todos y cada uno de nosotros los Constituyentes nos equivocamos, incluida la izquierda, en la Constitución del 91”.  Esta es la confesión pública del señor expresidente de Colombia don Angelino Garzón a la opinión y por intermedio de los medios de comunicación –confesión llena de hidalguía-. Hace alusión directa y sin ambages a los PODERES OMNIMODOS  que los señores de aquella histórica página política y de cierta manera democrática de nuestra Nación, le otorgaron al Procurador y Fiscal, cuyos efectos inmediatos los estamos viviendo y sintiendo frente a la cantidad de SERVIDORES PÚBLICOS, léase senadores, representantes, alcaldes, gobernadores y hasta jueces de la república, fulminantemente destituidos y “borrados del mapa político o vida política y participativa” por muchos años. Es decir, quedan muertos en vida. Casi sin los elementales derechos.

Por cultura ciudadana sabemos que la Procuraduría es un órgano de control, estrictamente administrativo y que está orientada por sus propias directrices de orden constitucional. Qué tal que no fuera así.

Pero la acción y la ejecución de ese ordenamiento legal, por parte de sus TITULARES, se han salido de madre, como en el caso del alcalde Petro con el Procurador orante  Ordoñez;  y de otros funcionarios de menor peso específico que quedan metidos en la trastienda de la opinión pública y por ende no trascienden.  Se han salido de madre por el GOLPE DE MUERTE que le han dado al ELECTOR PRIMARIO de carne y hueso como Usted, o Yo, que participamos en los debates de elección popular. O sea, elegimos en acatamiento de un deber sustancialmente ciudadano.

Pero este valor, que debe ser sagrado, sin extremismos, ha sido violentado  precisamente  por esos poderes omnímodos, subjetivos, personales, de los que se apropian sin ningún escrúpulo, los designados en esas entidades del Control y que están demandando un CAMBIO CONSTITUCIONAL, serio, preñado de probidad y rigor jurídico.

Y debe ser una decisión planificada desde ya, para que el próximo debate eleccionario, nos llene de esperanza de cambio y nos despojemos de esa IMPOSICIÓN OFICIAL, que tanto daño le genera a la democracia popular, a la de Juan Pueblo que anhela que esos órganos de Control, sean una cantera de seriedad, de justicia y equidad humana y jurídica.

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