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Por: Manuel Gómez Sabogal

Intolerancia, palabras ofensivas, frases salidas de tono, amenazas de muerte, peleas, asesinatos. Ya es costumbre. Ya se volvió una constante el que por nada hay detonante para matar.

Los medios nos siguen mostrando diferentes formas de matar o morir. Hay programas, en muchos canales, que enseñan las mejores formas para asesinar, dar golpes, atracar, robar. No son únicamente cadenas nacionales.

Las películas violentas, la prensa amarilla se confabulan para mostrar qué tan fácil es matar. Qué tan sencillo es acabar con el “enemigo”.

El hincha de Millonarios que buscaba la paz, estaba trabajando en su sector para que todos los integrantes de barras del país entendieran que el fútbol es deporte, diversión, distracción, pero antes de ver el partido lo asesinaron. Sin razón alguna. Solamente por llevar una camiseta diferente a los de una barra miserable.

El joven que murió cuando venía de Medellín hacia Manizales y desde una orilla de la carretera, alguien disparó al bus que llevaba animadores de un equipo. Los ataques a buses con aficionados de equipos.

A cuántos han matado en estos últimos años por vestir con orgullo una camiseta de su equipo predilecto. Cuántos han muerto luego de asonadas, peleas con otras barras porque tienen diferentes colores.

¿Cuánta droga pulula entre los integrantes de las mal llamadas barras deportivas de diferentes equipos? Nadie lo sabe. Pero estoy seguro de que quienes atacan a otros porque sí, deben estar muy drogados, llenos de ira, porque los otros son “enemigos” de su equipo del alma.

¿A quién le aprendieron? ¿Por qué ya no se puede volver a fútbol? Por qué en lugar de ser un encuentro para diversión, es un momento de tensión, esperando que alguien dispare, lance una piedra, grite y apuñale?

¿Hasta cuándo? Ni idea. Porque las soluciones no son los mal llamados “cierres de fronteras”. Es una respuesta fácil a un problema grave. Tan grave como que hay ciudades en las cuales dentro de la misma, las barras se encuentran para pelear, disputarse el dominio del sector con base en camisetas de equipos.

¿Cuántas veces nos hemos dado cuenta de disputas entre barras de América y Quindío en un barrio de Armenia? Muchas. Y todo sigue igual, a pesar de que hay heridos, daños y atentado contra la comunidad.

¿Hasta cuándo? Ni idea. Pero sigamos trabajando para que nuestros jóvenes entiendan que hay razones para vivir, para querer, para entender, para interpretar los valores que dan la alegría, el amor por una camiseta, la identidad con un equipo.

Que nuestros jóvenes dejen de copiar lo malo e inventen y promuevan lo mejor. Hay muchos jóvenes que cantan, pintan, tocan instrumentos, viven, sueñan.

Que los otros jóvenes copien lo bueno y siembren sueños para que renazcan la esperanza y la paz.

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