b0c46aaa1c1a55bdb9873c49d32c2404Por: Gonzalo Quiñones V. (Estudiante CECAM)

Quienes tuvimos la ocasión de ver actuar en su peregrinaje orientador de la Arquidiócesis de Manizales, al obispo JOSÉ DE JESÚS PIMIENTO RODRÍGUEZ, por varios años vimos en él la prudencia, la madurez y la profundidad de su formación magisterial. Corrían los años 1975-1991.Recuerdo que lo tuve cerca en muchos ejercicios espirituales de varias Semanas Santas. Pulsaba y compartía temas de actualidad moral, ética y comportamiento social, con gran sabiduría. La pulcritud identificaba sus palabras. Su lenguaje abierto y sincero tocaba fibras de una sociedad inicialmente prevenida y huraña que después lo comprendió y lo admiró profundamente. Inspiraba respeto y por lo tanto acatamiento. Y ahora mucho más porque su elevación a CARDENAL DE NUESTRA IGLESIA, le imprime un carácter mundial, ecuménico y se constituye en una BENDICIÓN, para seguir iluminándonos.

En la presentación de su Magisterio Episcopal, tomo primero, de 456 páginas, el sacerdote Ernesto Ramírez Gómez consigna: “Cuando el Arzobispo Pimiento escribe o habla, ni le sobran ni le faltan palabras” que bien podríamos interpretar en san exégesis: Profundidad en su mensaje, solidez en su doctrina, sabiduría en su expresión, contenido en su pensamiento, celo en la exposición de la verdad, siempre con la iglesia en su mira y con Cristo como Señor del universo. Así lo vemos y sentimos los sacerdotes hijos espirituales de tan eximio Señor y Pastor.

En torno a sus Cartas Pastorales, son aceptados como tratados de alta teología y espiritualidad, donde se siente y se vive la iglesia del Señor con su espíritu que todo lo llena; donde se gusta la riqueza sacramental de los dones regalados por Cristo para fuerza del hombre peregrino hacia la casa del Padre; donde se palpa en toda su plenitud el Misterio insondable de la Redención, baño de sangre, entrega y amor. Se purifica la superficialidad de la mente humana en la simplicidad de la religiosidad popular para llevar a la sublimación de lo trascendental y absoluto: LA GRACIA. Sus enseñanzas dignifican al hombre y la mujer en su vocación de creyente. Ofrece y es testimonio de las virtudes que deben sanar la fragilidad humana, hechas por un hombre que vive la oración y siente la necesidad de comunicar a Cristo Cabeza de la sacramentalidad. Rectilíneo, sin titubeos, sin ambigüedades, sin esperar aplausos y reconocimientos humanos, en ágil pluma o castiza expresión castellana, hombre culto en las ciencias profanas y más aún en las ciencias eclesiásticas. Verdadero Maestro y Doctor de la cátedra Sagrada, como obispo y ahora cardenal que es sucesor de los apóstoles.
Cada una de sus frases están llenas de ideas brillantes que muestran al hombre culto, quien para todo tiene un mensaje apropiado y lleno de calor, de estímulo, el que sabe expresar el instante en que se encuentra la persona de hoy, abierto a perspectivas de éxito cristianas y espirituales. Impecable en su sintaxis, amena en su composición, con temas actuales de verdadera cultura, sencillez, claridad y profundidad es su característica.

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