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Por: Andrés F. Zapata

Peleas, porte de armas blancas y de fuego, drogadicción, prostitución, microtráfico, hurto y un sin número de situaciones caóticas que se presentan al interior de las instituciones educativas del departamento.

Con suma preocupación se ve el comportamiento de los niños y jóvenes dentro de los planteles educativos. Hábitos y mañas adquiridas en la calle o incluso desde sus casas que son negativamente puestas en práctica dentro de las aulas de clase, haciendo daño a compañeros y docentes. Muy penosamente es una realidad que enfrenta el departamento del Quindío, en donde problemáticas de tipo social que se viven externamente se convierten en un ámbito judicial que pone en riesgo en ocasiones la integridad física no solo de estos pequeños “delincuentes” (así suene muy duro decirlo), sino también de todos los que los rodean.

Aunque este es un tema que de manera cotidiana se presenta en las múltiples instituciones educativas que tiene el departamento, esta última semana volvió a sonar con más fuerza esta situación, al presentarse el caso que ya muchos conocen en el Centro Educativo del barrio Las Colinas de Armenia, cuando un niño de tan solo siete años de edad hirió con unas tijeras a su profesora y aparte la amenazó diciéndole que le iba a meter una puñalada.

Realmente es un tema que llama la atención y que evidencia una situación que todos sabemos que sucede, pero que cuando se vuelve a presentar, recuerda lo deteriorada que está nuestra sociedad y nuestra niñez, que en vez de ser promotora de buenas noticias, se ha vuelto cada vez más protagonista en lo que parece ser el reflejo de miles de problemáticas reunidas y condensadas en estos pequeños que de inocentes y tranquilos no tienen absolutamente nada.

Casos como este, en donde la violencia y el deterioro social en los colegios se registra casi que a diario. Y es que no estamos hablando únicamente de agresiones contra docentes o directivos, no, el problema va mucho más allá. Drogadicción, microtráfico, prostitución, hurto, pequeñas bandas dedicadas a la delincuencia, entre otras situaciones que se ve en las calles y municipios quindianos, pero que lamentablemente son llevadas por los niños a los colegios.

Colegios que en su gran mayoría pertenecen al sector público, en donde sus estudiantes, padres de familia y habitantes en general obviamente pertenecen a un estrato socio económico bajo claramente perjudicado socialmente en todos los aspectos.

En estas situaciones es muy difícil, casi que imposible culpar a las instituciones educativas por el mal comportamiento de los estudiantes. Esta es una labor que comienza desde el hogar, brindando una buena educación y siendo ejemplo de buen comportamiento. A su vez es indispensable que las autoridades refuercen accionar policiaco y su labor con campañas educativas o de sanción, con la intención de corregir a temprana edad los peligrosos hábitos y comportamientos de aquellas “ovejas negras” dentro de los colegios.

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