bases-militares1Por: Norbey D. Giraldo.

‘Ni militares, ni indigentes somos’, es el reclamo que hacen muchos de los ciudadanos que a diario se acercan a las oficinas del distrito militar en el norte de Armenia para resolver su situación militar y culminar los trámites de cancelación de la libreta militar y que finalmente salen regañados por los funcionarios encargados de atender al público.

El reclamo ciudadano tiene que ver con el trato que algunos de los oficiales dan a los usuarios que tienen que hacer el largo trámite para la expedición de la libreta militar, documento que para lo único que sirve es para presentarlo en la firma de uno de los escasos cupos laborales que se dan en el país.

Regaños, información a medias, largas esperas mientras los oficiales hablan por celular, son el pan diario que se vive en las oficinas de la brigada militar por parte de los jóvenes exentos del servicio y de sus padres, poco acostumbrados a escuchar los bramidos de los hombres de uniforme que deben atender los trámites referidos para que los pobres muchachos tengan en sus manos la dichosa libreta que para muy poco les sirve en este país de cero oportunidades laborales.

A nuestros militares, a los buenos, a los regulares, a los pésimos y a los que no les quedó otra alternativa que tomar las armas y vestir el camuflado, se les olvida que también son funcionarios públicos, que sus honorarios, sus beneficios son pagados con los impuestos de todos los colombianos que a diario deben aportar para sostener el costoso aparato castrense en Colombia y la inmensa carga burocrática.

Trato digno, respeto, mejor información, menos tiempo de espera y una debida asesoría, es solo lo que piden los usuarios a la hora de ir a pedir la liquidación de la libreta militar; ellos no son soldados rasos, ni subalternos para que se les grite en medio de las largas colas, que se les mire con desprecio y menos que sean tratados con el rigor castrense que para nada debe aplicarse a la población civil, a la que deben cuidar, proteger y atender de la mejor manera, para eso se les paga.

A los militares se les olvida que los civiles no son soldados, así se diga que quienes nunca vistieron un camuflado o prestaron el servicio militar sean catalogados como reservistas de segunda línea, eso lo tienen que hacer entender los mandos superiores y procurar por mejorar la atención  a los usuarios, brindar un trato digno, amable, cortés, respetuoso, los hace ver como verdaderos héroes, y cambiar radicalmente la imagen del Ejército Nacional.

Las quejas son muchas y variadas, y la recepción de las mismas al parecer no son atendidas oportunamente, pues el inconformismo es general, lastimosamente los padres y jóvenes que se acercan al distrito no lo hacen público porque les da miedo o les da jartera ponerse en ‘vueltas’  para que se reconozcan estas anomalías.

Lo digo, no por terceras voces, lo digo porque hace pocos días fui testigo de la forma como se trata a los usuarios en las oficinas del distrito militar en Armenia; ojalá que los mandos superiores acaten estas recomendaciones y el trato humano  a los civiles sea el mejor ejemplo de la institución que más héroes tiene en el país.

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