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Es muy incómoda la situación vivida con el Deportes Quindío tras los malos resultados configurados en ocho fechas del torneo águila. El cuadro cafetero no encuentra la brújula y la necesidad de repuntar impera. 

Por Cristian Marín Zuluaga
Ingeniero de Software EAM / Periodista y Presentador Deportivo 

El aficionado no perdona y no perdonará lo sucedido en el último clásico cafetero. La derrota ante Deportivo Pereira, rival regional, desnudó las mil y una falencias que presenta el equipo de Alberto Suárez. El técnico ya acumula muchas millas de entrenamiento y aun el conjunto no define una idea, no marca una formación tipo y no equilibra una línea de resultados como para pensar en regresar a la primera división.

Más allá del mensaje que transmite el entrenador a sus jugadores, hoy el Quindío carece del talento. No se cae una sola ida en un onceno muy físico que prefiere invitar a la disputa antes de pensar en una maniobra colectiva.

Quindío ocupa una vergonzosa octava posición, perdiendo diez puntos con el líder del campeonato, Leones. El presente no es alentador y la plantilla no incentiva como para pensar en un ascenso al ver el rendimiento de otros elencos, que no solo tienen trabajo, también contrataron jugadores de primera orden para dar la pelea.

Hay mucho por mejorar pero de nuevo esta divisa se convierte en una bomba de tiempo por la velocidad como avanza el campeonato y el nivel que exponen los rivales directos en busca del regreso a la A.

Por ahora se debe esperar un sacudón por parte del club en Barranquilla. Un acto de rebeldía que muestre la capacidad de unos jugadores rutinarios que simplemente actúan por cumplir y no por una prenda de amplia tradición en el balompié criollo.

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